Si empezara por lo efímero podría omitir tu rostro en el preciso momento del desvelo, pero me he dado cuenta que el lenguaje en mudo a veces te sienta mejor y sin embargo tiño de inofensiva manía mi necesidad de contradecir el silencio.
Quisiera empezar por el platino en tu cabellera, pero no quiero opacar el azabache en miel de tus pupilas… aun así contrasto la historia difuminada de nuestro encuentro con el éxodo de tu aroma en mi aliento… en mi saliva.
Trato de recorrer el costado del presente para escabullirme bajo tus historias de amor frustradas, pero el cerezo de tus labios aun lo tengo en la mirada de mi boca. No es casualidad que este éxtasis de emociones sulfure mis fantasmas en una danza caótica con mi renacer.
Podría ir más allá de lo esencial sin perder la esencia, pues los colores de los días inesperados son matices humildes sobre múltiplos del azar. Delimito los parajes en lo turbio de nuestros segundos pausados y volteo a mirarte sobre lo neutral, ahí entre lo químico y lo lógico.
Estallo un soplido de excitación en tu cuello con la excusa de acercarme a tu mejilla, las verbenas del pretexto afloran en este atentado contra la sabiduría para hacerte llegar mi alevosía.
Para entender estos versos es preciso que te despojes de lo palpable pues mi proceder habita un ciclo más arriba del sol… esto es el reflejo de un ser humano cuidando la esencia de otro, el retrato de un alma pintando tu rostro.