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22 ene 2010

Golondrinas

Entre éxodos y exilios
he logrado ser indulgente con el paladar,
me filtre entre los hastíos
de la soledad en su andar.

La primavera y su lengua esquiva
se refugiaron en el solsticio invernal,
entre la brisa y la sonrisa pasiva
me delineo fuera de lo carnal.

Conseguí la paz en silencio
dentro de mis gritos ahogados,
y el insípido vino rancio
se esfumó con los abnegados.

Aunque mi verbo no corte el aire
mi rostro destroza las frialdad,
pues la oscuridad ya no es mi madre
y el amanecer acude a mi caridad.

Soy palpable en lo metafísico
aunque persistan los tibios,
mi  solsticio es onírico
entre éxodos y exilios.

24 nov 2009

Subsecuente


Este es mi arrebato, mi coartada... es mi sangre entumecida contra las cuerdas la que observo, hoy siento morir como reacción en cadena, avientame a lo divino.

Ya he recorrido lo entredicho por mi andar, hoy siento desvanecerme entre las raices de otoño... en solitario y en jaque.

Desde la alquimia hasta lo fotosensible, soy indeleble en esta habitación perfumada y censurada, en compañía de mi luz y con otra batalla perdida y anotada en la contabilidad de mi éxodo es que me retiro de esta profesión que se aprende por oficio... cuando se juega con la humedad no existe educación formal.

Espero el fin tergiversado del principio incauto, las ovaciones a mi carácter pesan mas cuando el destino le da la espalda a la muchedumbre... no quiero oir mas, no quiero saber mas.

Me destapo ante el brillo senil, no puedo mas, no lo logro mas... la elipsis cardíaca ha colmado su suspicacia... me declaro dócilmente vencido... de nuevo solo, de nuevo en la derrota, de nuevo en el recuerdo... pero ruego por su tranquilidad pues no estoy en la penumbra, no estoy en la mejilla húmeda... simplemente me harte y ya no pienso, no siento... simplemente ya no me importa nada y desde hoy haré huelga de celos indefinida... hoy me libero de la libertad pensada. 

A veces intento infiltrarme en la brisa... que dura es la ósmosis en sepia...

3 sept 2009

Sin ton, ni son.

Es que en cuestiones de lo intangible y la desazón, no hay empirismo que valga. La amalgama de emociones que deslumbran todo lo mundano es algo que ni el raciocinio mas afinado puede desenredar, pero para cumplir con el protocolo de lo irónico podemos ponernos los lentes del sentido común. Ojo, que no se nombre como verdad intachable... es solo una perspectiva, un solo punto reflectivo del cristal.

Hay miles de duendes emocionales jugando con el balance y  esos sentimientos de perdición son frivolidades humanas muy presentes que lo hacen a uno pensar que el equilibrio es solamente otro ideal utópico para caminar con un propósito, es la religión del alma solo que con infiernos polifacéticos.

Es risible la simpleza con que se analiza  lo ajeno, basta con atrincherarse en las normas de lo correcto para dar un veredicto acerca del proceder; pero cuando la guerra se pelea en primera fila y cuando uno se desangra portando un traje V.I.P, es ahí cuando la sencillez parece un escupitajo al ego... como esa moneda apurada para deshacerse del vagabundo.


Tan normal es abrir una vacante de capitán como la baja deshonrosa del pelotón por desacato, porque al final se pelea en solitario, con bandera blanca en la espalda y tambores mudos. Al final nos remitimos a nuestra rosa de los vientos carente de norte y nos lanzamos ciegamente a luchar con la táctica de un infante; porque no importa el tren de experiencia que carguemos, siempre sera un nuevo paraje desolado con rivales inoportunos y el común denominador siempre sera la incertidumbre... la experiencia solo dicta el nivel de indiferencia.


Al final nunca se muere en la batalla, y la victoria es haber sobrevivido.
Si uno logra sortear los traumas posteriores se puede considerar uno mismo como leyenda.
Engrosaremos la colección de cicatrices que expondremos con orgullo con la careta de sabiduría.
Consumiremos los alucinógenos de madurez.

Cuando el amor traiciona por partida doble y en sincronía, nos damos cuenta que nunca hay combates para ganar sino para sostener el espíritu mientras se espera el lento exilio del olvido.

Indudablemente, después del amor, somos una quimera en evolución.