28 abr 2010

Luz

Cuando siento la soledad, dibujo mi contorno en la ceniza
cuando siento la soledad, no estoy solo... estar sin soledad es estar solo.

Cuando camino sobre la espalda de los lunes es que aprecio el difuminado del ser humano, observo el rostro de la gente rodeando la desolación y degusto su exilio en lo simple, en lo incuestionable. Las risas cada vez se arrugan mas y el aroma de la vida se disfraza en tonos sepia y así, con dejos de nostalgia, pinto mi sentir en la música. Me hace feliz disfrutar la resignación.

Cuando leo entre ceja y ceja los ceños del desamor, se que el neón en la careta urbana nunca sera eterna, que nada es concreto, que nada es preciso, que nada es exacto... Aun así estallo la mirada en el paraje insípido y no pierdo la fe de que mi retina se empape en miles de indelebles, aun siento que me puedo sorprender sonriendo a semblantes ajenos y desconocidos. Se que la penumbra acecha en cada vuelta del corazón y en cada esquina de la cabeza, y aunque las interrogantes siempre tiñen la desolación con miradas perdidas siempre habrá una duda, y es esa incertidumbre lo que nos mantiene en pie... esa misma certeza de no saber, de creer y de no creer que serán tiempos mejore y peores.

Es la curiosidad de saber que almas vamos a velar, que amores beberán melancolía o que tan ajenas serán nuestras sonrisas lo que nos delimita y empuja gentilmente a hurgar mas y mas en el hastío de ser uno mas, y cambiar... y girar y cambiar. Amamos la maldición de nunca saber quien somos porque nunca somos algo, y poder siempre descubrir en cada pupila una verdad nuestra, llorar en cada garganta los nudos de otras bocas. Siempre sera un nuevo día, vigilado por la noche en letargo.

17 abr 2010

Y.

Desde el flanco izquierdo de mi existencia contemplo el mundo donde he hallado la vida en su esencia gentil, con sus estampidas de tiempo y sus ropas en desgracia se presenta como un todo difuminado. Los que habitamos en ella morimos de hambre y las neuronas anémicas de emociones rebotan en su nerviosismo... y llueve otra vez, y sale el sol otra vez... y acá estoy otra vez, muriendo y renaciendo... y moribundo... e iracundo. 

La masa amorfa de situaciones y conexiones son solo cinética, manecillas de reloj con un espacio para nosotros, con un indeleble de soledades y de otoños, con veranos cálidos y refugios invernales en donde renacemos en tristeza. Somos un exilio eterno de imperceptibles sonrisas y significados banales, que sin ellos, seriamos nosotros los banales... aunque nunca dejemos de serlo. 

Y unos rezan, y otros piensan, y todos lloran... y herimos, y salvamos, y escondemos el cuerpo, y maquillamos el espíritu, y nos llamamos normales... y todos ríen. Todos quieren salir bien librados de este momento irrelevante de historia, y pensamos que hay algo, un antes y un después que sin el eslabón de nuestra existencia no podría proseguir hacia el infinito... y nos miramos los unos a los otros y somos nosotros en todos nuestros rostros, y queremos que el mundo se palpe solo con nuestros dedos. 

Y ya no son hechos, son logros y fracasos.
Y ya no son miradas, son aprobaciones y murmuros con recelo.

Y acá estoy otra vez... renaciendo, cada vez mas iracundo y menos muerto, que no es lo mismo que mas vivo.

Y los perros son nobles, y los gatos egoístas... y el dinero ama. Y el mundo es un manojo de contradicciones porque somos un manojo de contradicciones, y aun dividimos el bien y el mal, y la teología en la cabeza, y el alma hecha un puño... y la ira... oh la ira! y los dientes apretados, y la lagrima ahogada... y la rabia, y la impotencia, y morimos... y una vez mas renacemos. Y deseamos porque es ambición, y nunca estamos donde realmente estamos, y nunca queremos caminar el camino bajo nuestros pies, y nunca queremos morir, y siempre deseamos nacer... y la música del mundo sale de nuestros labios y de nuestro ego, nos negamos a ser nada, y nos tenemos lastima, y siempre somos buenos, y nunca nos merecemos esto, y siempre somos un mérito para lo bueno... y hoy llueve de nuevo.

Y leemos, teorizamos, compartimos, encajamos, desvirtuamos... y lloramos mas, y morimos menos. Y admiramos a los admirados, odiamos a los odiados... y creemos en la justicia poética, y todos nos decimos dignos de ella... y no pensamos. Y es blanco y negro, y es de los colores que nosotros queremos, y nos negamos a ser un retrato del azar.

Y hay prehistoria, y hay edad media, y existieron los años ochenta, y todo fue mejor, y todo fue mas vivo, y mas sano, y mas colorido... y aun no comprendemos que lo que vemos en el pasado son escupitajos de la nostalgia, y corremos para llegar al porvenir para después amar el pasado que nunca apreciamos en el hoy... y hoy vuelve a salir el sol.

Y la cultura es una generación, y todo tiempo pasado fue mejor porque sabemos que no puede volver para empaparnos con su desgracia, y el futuro son los circuitos integrados, y el presente es el alma desintegrada.

Y todos por igual odiamos la hipocresía, y todos odiamos la falsedad, y todos amamos la benevolencia, y todos anhelamos el perdón, y todos somos benevolentes, y todos somos falsos... porque todos somos una contradicción... y aun así nos seguimos preguntando que pasa con nosotros, y que pasa con el mundo.

Y aun así somos miserables, y somos felices... 

Y sigue lloviendo...
Y sigue saliendo el sol...

Y no valgo nada, y no soy nada, y me amo, y soy egoísta, y soy hermoso, y soy benevolente, y soy calculador, y odio, y amo, y respiro, y escribo estas lineas...

Y hoy llueve porque siento las gotas, no porque lloro...
Y hoy sale el sol porque siento el calor, no porque sonrío...

Y es el mundo el que manda, y le importa un comino las protestas...

Y hoy muero, y hoy nazco, y siempre habrá un "y"...

Y.